"La púrpura, el clavel, el vino ardiente...
No. La noche, el estío con su llama.
La adelfa que el arroyo en sangre inflama...
Tampoco. Ni el coral del sol poniente.".
Pablo García Baena
bajamos a la plaza
y allí , debajo del magnolio ,
del calor sofocante de la tarde
y la nube de insectos,
estaba él ,
camisa blanca y mirada celeste ,
con voz pausada y firme,
diciendo uno a uno sus poemas ,
los rítmicos compases
de un tiempo que ya ha sido.
no le importan las horas.
deja caer la tarde
en versos que renombran
los amigos que fueron
y la vieja ciudad ensimismada ,
el peso de la piedra que no cambia .
5 comentarios:
Y está bien que sea así. El tiempo, para el viejo poeta, ya es otro.
Y el magnolio es el árbol del Paraíso, que aroma su canto y lo envuelve.
Las percepciónes del tiempo...y claro, qué importan las horas, ante un tiempo que ya fue, ante la verdad inmensa de otros tiempos posibles, ante el peso de la piedra queno cambia...
Gracias por tus palabras que cruzan océanos y traen verdes de primavera y atardeceres, y sombras de magnolio...
(Una croquera es una libreta de hojas blancas (o negras o de colores), con tapas duras... para pintar o escribir o empezar de nuevo)
No importa el tiempo cuando se tocan las piedras y se renombran...
Cómo pude perder tu enlace? te me perdiste en la red... craxo error, Marga!
Saludosssssss, colombine
Lindo poema.
Muaaaa
El peso de la piedra que no cambia...que hermoso el post...La imagen del magnolio me parece tan poética...
abrazos
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