Todos los marzos, el último domingo , se perpetra una nueva maldad . Todos los marzos , el último domingo nos asalta con nocturnidad alevosa, por sorpresa . Sólo en la casa las computadoras de última generación y algunos aparatos de audio-video parecen estar prevenidos de fábrica . Como si ya no fuera suficiente, un dios maligno se dedica a jugar con el tiempo, manos rabiosas que mueven las agujas y pretenden acostarnos con el sol encendido . Nosotros resistimos con ojos como platos aunque por la mañana pareceremos zombies.