Eloisa se fue desengañada de la pequeñez mezquina de una ciudad que se mira todo el tiempo al ombligo . Se cansó de las listas , de los puntos , de los que dan los puntos y de los que viven de los puntos . De la interminable burocracia que sirve para esconder la realidad o para crear una propia y distinta que nos mantiene entretenidos y cabreados . También se cansó de los contratos en precario, de la distribución caprichosa de los turnos , de las enfermedades imaginarias , de la queja continua del que no ve un palmo más allá de sus propias narices y que, en realidad, no tiene ninguna razón para quejarse.
Hoy escribió al volver en lancha de una aldea remota en mitad de la selva . Ocho horas de viaje plagadas de zancudos . Dice que valió la pena ayudar a nacer a un negrito. A pesar del calor y del viento , a pesar de los hombres armados que le cortaron el paso .
Uno no puede dejar de leer y de sentirse pequeño
2 comentarios:
Muy pero que muy pequeño, tienes razón...
Un beso!
(Ah, y yo también los maldigo sin apenas mover los labios. A esos, los que ya están aquí, los que han vuelto)
Qué hace Infante que me traspasa como una flecha directa al corazón cada uno de estos párrafos?
Y esa Eloise, ya sé muy bien quién es.
Un gran abrazo mi querido Colombine desde Chile
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