lunes, noviembre 21, 2011

a modo de diario. un día después





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Hoy he salido  a pasear temprano.

Hacía  sol  en la calle y,  sin embargo,
esta  ciudad, en principio la misma,
me pareció más oscura
y habitada  por  personajes  mas sórdidos.

He pensado que debieron
dar  marcha atrás al reloj
o tal vez que había  regresado
a otro tiempo anterior.


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He podido comprobar
que han bajado  a la mitad
el precio de las gafas.


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Me producen tristeza los grandes almacenes,

la abundancia de género que nadie comprará
y los empleados vestidos de supuesta etiqueta
con su amabilidad fingida y sus patillas largas

las señoras los llaman por su primer apellido,
Fernández o  Martínez , les dicen en voz alta .

me fijo en esa  arpía  que a las dos menos cinco
le pide a uno de ellos  que le baje
el rollo mas pesado desde el último estante.

(es el único caso en el que justifico un crimen)

Odio también la sección de perfumes
con sus alfombras rojas
y sus dependientas como del antiguo Egipto.

No soporto que engañen a las pobres    clientas
desahuciadas y cándidas
prometiéndoles la juventud perdida
en minúsculos frascos .

no hay derecho, he pensado
y me volví a mi casa.








2 comentarios:

arlequín dijo...

¡Cuánta razón encierran sus versos!
La lucidez, a veces, duele.
A propósito de grandes almacenes, querido Colombine ¿conserva usted su precioso puesto de trabajo al pié de los probadores? Si es así, me gustaría acompañarle un día y hacer las labores propias de un aprendiz de tan noble ocupación.

Colombine dijo...

pues no , me despidieron