Espera, agazapada, hasta el final de la historia. Yo no la esperaba ya . Conozco historias parecidas, es cierto, pero siempre les sucede a otros que no son como yo y éso me tranquiliza. Ingenuos charlatanes, aventureros románticos, pobres diablos cansados de esperar. Casi siempre el ahogado estaba de pie, parado a la orilla del mar y la mujer tenía cola de pescado. Eso es lo que dicen. Los últimos en verlos hablan de ojos muy abiertos y de una gran sonrisa beatífica, como de idiota. Parecían como idos ya antes de marcharse, coinciden en decir. Nunca más se sabe de ellos. Alguna prenda tirada en la arena , casi siempre un reloj o un sombrero de fieltro. Pero ésta es una historia diferente. Yo no había salido y era noche cerrada. Estaba en el sótano, sentado, leyendo un relato de terror bajo la luz del flexo. No hizo ningún ruido. La vi a contraluz plantada frente a la puerta que da a la escalera. Larguísimas piernas y brazos enlazados, pelo recogido en la nuca, pechos redondos. Ya no recuerdo más, ningún abrazo. Sólo me han quedado un regusto amargo, como de almendras, y la imposibilidad de pensar en otra cosa. Desde ese día no puedo pronunciar más de cien palabras y casi todas esdrújulas. No puedo, desde luego, escribir poesía. Sólo relatos cortos de perfil telegráfico. Creo que es el veneno o la obsesión por mirar fijamente a la puerta. Creo que yo , tan suficiente y serio, he quedado atrapado para siempre en su red.
Esta historia está inspirada en la Imagen de Waclaw Wantuch tomada de noctambulario y en la falta de sueño.
1 comentario:
Gracias por tu visita, por este cuento nocturno que leo fijamente, o que veo descender por un hilo, contra la luz, de sombras.
Saludos...
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