Atravesamos el jardín de orquídeas y el zaguán y el patio empedrado  . No se oía  correr el agua en las acequias y nos  sorprendió la vista de    ventanas  cerradas con postigos  y las sábanas blancas cubriendo aparadores y tresillos  . Vimos reflejado el gesto serio y grave en los espejos del corredor y en el cristal de las vitrinas . En las últimas habitaciones los corrillos murmuraban despacio . Se habían  agrupado por procedencia o profesión o arte . Hablaban  de música o de filosofía o de deportes,  según el caso.  Al principio el tono de la conversación era bajo , un susurro casi . Después vinieron los recuerdos y anécdotas vividas y las  palabras subieron de tono  y  eran interrumpidas por    carcajadas sonoras    . Mujeres enlutadas pasaban entre los grupos ofreciendo tazas de  café negro y dulces de hojaldre y , más tarde , vasos  de anís y de coñac . Se estaba bien allí. Eran tan agradables  el calor y la complicidad y las risas .Poco a poco nos fuimos olvidando del objeto de nuestra visita. De la habitación cerrada al fondo del pasillo .
3 comentarios:
Si, así es últimamente....( los tanatorios lo hacen aun mas terrible)
Un beso
Los recuerdos y las risas borran la gravedad del gesto. Así suele suceder...
Un beso, Colombine!
Extraña y triste escena, en la antesala.
Besos.
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