Un día igual a otros borró todas las letras.
Al borde de la noche cayó exhausto, rendido de escribir inútilmente,
de pulir las palabras hasta el trazo más simple,
hasta una línea pura que con sólo mirarla se entendiera.
Desenredar palabras no sirvió para nada.
Es todo tan difícil.
Siempre hay quien complica lo más simple,
quien retuerce de un golpe lo sencillo.